lunes, 23 de junio de 2014

Las claves de los estilismos de la Coronación de Felipe VI

La simplicidad de las prendas elegidas por la familia real respondía al carácter matutino del acto, pero también lanzaba un mensaje de sobriedad, sencillez, de normalidad. Sin más joyas que el lazo de la Gran Cruz de la Orden de Carlos III en la solapa y unos pequeños pendientes, el pelo liso y un maquillaje natural, el estilismo de doña Letizia en su coronación, fue todo un acierto.
No es ningún secreto que doña Letizia prima el pragmatismo por encima de la sofisticación en su armario. Pero esto no parece un impedimento para que medios internacionales como The Daily Telegraph la reivindiquen como icono de estilo y una de las mujeres más elegantes entre las casas reales europeas. 



Como peinado, Doña Letizia eligió dos trenzas laterales de raíz de inspiración griega, las mismas que lució cuando presidió, en el Palacio Real, junto a Don Felipe, la reunión anual de los patronatos de la Fundación Príncipe de Asturias. Ese día fue la primera prueba del peinado que luciría en uno de los días más importantes de su vida: la proclamación de Felipe VI. Doña Letizia optó por el mismo look, pero en una versión más informal. La raya al lado y el pelo menos tirante le conferían un look menos rígido. El maquillaje, muy natural en tonos malva en los ojos y empolvado en labios y mejillas, resultaba muy favorecedor y parecía un guiño a su hija Leonor, que también llevaba dos trenzas.
Como estaba previsto, Doña Letizia optó por un color neutro para su look, que no restara protagonismo a Don Felipe VI el día de su coronación. El cuello del abrigo bordado con cristales de colores justificaba la ausencia de joyas.



Pero las auténticas estrellas del acto fueron las infantas Leonor y Sofía, que lucían su peinado habitual —una trenza sobre un recogido de medio lado y una diadema con una libélula— además de sendos vestidos brocados con faldas de vuelo en tonos verde agua y rosa.
Doña Sofía eligió, demostrando que no es supersticiosa, un vestido amarillo de líneas rectas rematado por un impresionante collar de perlas. El punto sofisticado y las lágrimas de emoción las puso, como ya es tradición en la familia real española, doña Elena, que llevaba un traje de falda recta y chaqueta. El blazer dejaba entrever una blusa plisada en tonos empolvados.







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